lunes, 2 de junio de 2014

Un pajazo rojo...


Él no tiene nada azul, porque decía que era un color demasiado puro como para ensuciarlo, sentía que estaba estafando al mar o al cielo, que el azul era junto con el café y el verde los colores más artificiales que existían. Que no se podían imitar, que ya estaban, que toda la vida los iba a ver  en todas partes, decía que eran colores populachos. El azul el más populacho de todos.


Él decía que el azul no era un color de humanos, que solo se debía contemplar en el cielo y nunca en objetos, ropa… Que el azul era un color esperanzador y pacífico, el hace años que perdió la esperanza…

Él decía que el azul era un color demencial-mente llamativo, que quien lo usara pretendía inspirar tranquilidad y profundidad, cosas simuladas. También decía que el color azul era un color presumido  y egocéntrico, que su uso carecía de reflexión.

Sentía que el Azul era un color honesto, virtuoso e inocente  y el odiaba esas cualidades en todo ser vivo o inerte, decía que le parecían demasiado sospechosas y  desconfiaba de todo lo que tuviera el color azul. Pronosticaba calamidades al verlo, mal augurio.
Un día me dijo que los sinónimos de azul eran los más aburridos y faltos de carácter: Añil, Azur, Índigo, Cobalto, Garzo, Zarco, Azulado, Azulino, Azulete, Azulón,  etc. Todos sonaban idénticos y parecían salir de lo mismo y desembocar en una existencia resignada.
Si de colores se trata, el prefiere el  Rojo, decía que el rojo era un color parecido a los cactus, que tenía flores y espinas dolorosas, que el rojo era  el color más autónomo y atrevido  que había.
El menos populacho naturalmente. Me decía que podía mimetizarse en casi cualquier situación, podía ser rojo homicidio, rojo carnal, rojo peligro, rojo tomate, rojo erotismo, rojo fuego, rojo amor, rojo escarlata, rojo sexo, rojo no-pase, rojo lujuria, rojo sangre, rojo explosivo, rojo prohibido, rojo pasión, rojo bomba, rojo muerte, rojo pimienta...

Él me decía que las cosas más insondables en la vida eran rojas, como la sangre.

Él decía tanto, que termine por creerle y odiar el Azul.




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